"Un matemático que no es también algo de poeta,
nunca será un matemático completo"
Karl Weierstrass
Bueno uno de los pocos libros decentes de mi excolegio, y
algo extraído alguna vez, que encuentro en mi cuaderno de
matemáticas aún....
ESCRITO CON TIZA
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que Uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero más Uno somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida.
Detrás de todo gran amor la nada acecha
Oscar Hahn
Bueno, el título de esto es sólo para matemáticos, ya fue demostrada la coherencia lógica del poema... Para el que le interese: http://www.letras.s5.com/ch031006.htm y que este ocioso igual que el que me envió esto xD!!! saludos :)
domingo, 19 de agosto de 2007
jueves, 16 de agosto de 2007
Sólo para recordar
Me tope por esas casualidades poco casuales con Unamuno.
Y pense en subir, esa conversación aún menos casual entre Augusto y el antes mencionado Don Miguel.
Es que releo a trozos "Niebla" y no paro de sorprenderme de este dialogo monológico, entre el Supremo creador y este pequeño terreno, que acaba por ser más cierto que el propio escritor. Sin duda grandisimo libro!! Ya que no podía copiar las diez páginas que ocupa, un pequeño fragmento, haber si se entusiasman y lo leen :)

"––¡No, hombre, no! ––le repliqué––. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estás ni muerto ni vivo.––¡Acabe usted de explicarse de una vez, por Dios!, ¡acabe de explicarse! ––me suplicó consternado––, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que temo volverme loco.––Pues bien; la verdad es, querido Augusto ––le dije con la más dulce de mis voces––, que no puedes matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, ni tampoco muerto, porque no existes...––¿Cómo que no existo? ––––exclamó.––No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.Al oír esto quedóse el pobre hombre mirándome un rato con una de esas miradas perforadoras que parecen atravesar la mira a ir más allá, miró luego un momento a mi retrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fue recobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estaba arrimado frente a mí y, la cara en las palmas de las manos y mirándome con una sonrisa en los ojos, me dijo lenta¬mente:––Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice.––Y ¿qué es lo contrario? ––le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.––No sea, mi querido don Miguel ––añadió––, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...––¡Eso más faltaba! ––exclamé algo molesto.––No se exalte usted así, señor de Unamuno ––me replicó––, tenga calma. Usted ha manifestado dudas sobre mi existencia...––Dudas no ––le interrumpí––; certeza absoluta de que tú no existes fuera de mi producción novelesca.––Bueno, pues no se incomode tanto si yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Vamos a cuentas: ¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino más reales que Cervantes?––No puedo negarlo, pero mi sentido al decir eso era...––Bueno, dejémonos de esos sentires y vamos a otra cosa. Cuando un hombre dormido a inerte en la cama sueña algo, ¿qué es lo que más existe, él como conciencia que sueña, o su sueño?––¿Y si sueña que existe él mismo, el soñador? ––le repliqué a mi vez.––En ese caso, amigo don Miguel, le pregunto yo a mi vez, ¿de qué manera existe él, como soñador que se sueña, o como soñado por sí mismo? Y fíjese, además, en que al admitir esta discusión conmigo me reconoce ya existencia independiente de sí.––¡No, eso no!, ¡eso no! ––le dije vivamente––. Yo necesito discutir, sin discusión no vivo y sin contradicción, y cuando no hay fuera de mí quien me discuta y contradiga invento dentro de mí quien lo haga. Mis monólogos son diálogos.––Y acaso los diálogos que usted forje no sean más que monólogos...––Puede ser. Pero te digo y repito que tú no existes fuera de mí..."
Y pense en subir, esa conversación aún menos casual entre Augusto y el antes mencionado Don Miguel.
Es que releo a trozos "Niebla" y no paro de sorprenderme de este dialogo monológico, entre el Supremo creador y este pequeño terreno, que acaba por ser más cierto que el propio escritor. Sin duda grandisimo libro!! Ya que no podía copiar las diez páginas que ocupa, un pequeño fragmento, haber si se entusiasman y lo leen :)

"––¡No, hombre, no! ––le repliqué––. Te dije antes que no estabas ni despierto ni dormido, y ahora te digo que no estás ni muerto ni vivo.––¡Acabe usted de explicarse de una vez, por Dios!, ¡acabe de explicarse! ––me suplicó consternado––, porque son tales las cosas que estoy viendo y oyendo esta tarde, que temo volverme loco.––Pues bien; la verdad es, querido Augusto ––le dije con la más dulce de mis voces––, que no puedes matarte porque no estás vivo, y que no estás vivo, ni tampoco muerto, porque no existes...––¿Cómo que no existo? ––––exclamó.––No, no existes más que como ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores que lean el relato que de tus fingidas venturas y malandanzas he escrito yo; tú no eres más que un personaje de novela, o de nivola, o como quieras llamarle. Ya sabes, pues, tu secreto.Al oír esto quedóse el pobre hombre mirándome un rato con una de esas miradas perforadoras que parecen atravesar la mira a ir más allá, miró luego un momento a mi retrato al óleo que preside a mis libros, le volvió el color y el aliento, fue recobrándose, se hizo dueño de sí, apoyó los codos en mi camilla, a que estaba arrimado frente a mí y, la cara en las palmas de las manos y mirándome con una sonrisa en los ojos, me dijo lenta¬mente:––Mire usted bien, don Miguel... no sea que esté usted equivocado y que ocurra precisamente todo lo contrario de lo que usted se cree y me dice.––Y ¿qué es lo contrario? ––le pregunté alarmado de verle recobrar vida propia.––No sea, mi querido don Miguel ––añadió––, que sea usted y no yo el ente de ficción, el que no existe en realidad, ni vivo, ni muerto... No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo...––¡Eso más faltaba! ––exclamé algo molesto.––No se exalte usted así, señor de Unamuno ––me replicó––, tenga calma. Usted ha manifestado dudas sobre mi existencia...––Dudas no ––le interrumpí––; certeza absoluta de que tú no existes fuera de mi producción novelesca.––Bueno, pues no se incomode tanto si yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Vamos a cuentas: ¿no ha sido usted el que no una sino varias veces ha dicho que don Quijote y Sancho son no ya tan reales, sino más reales que Cervantes?––No puedo negarlo, pero mi sentido al decir eso era...––Bueno, dejémonos de esos sentires y vamos a otra cosa. Cuando un hombre dormido a inerte en la cama sueña algo, ¿qué es lo que más existe, él como conciencia que sueña, o su sueño?––¿Y si sueña que existe él mismo, el soñador? ––le repliqué a mi vez.––En ese caso, amigo don Miguel, le pregunto yo a mi vez, ¿de qué manera existe él, como soñador que se sueña, o como soñado por sí mismo? Y fíjese, además, en que al admitir esta discusión conmigo me reconoce ya existencia independiente de sí.––¡No, eso no!, ¡eso no! ––le dije vivamente––. Yo necesito discutir, sin discusión no vivo y sin contradicción, y cuando no hay fuera de mí quien me discuta y contradiga invento dentro de mí quien lo haga. Mis monólogos son diálogos.––Y acaso los diálogos que usted forje no sean más que monólogos...––Puede ser. Pero te digo y repito que tú no existes fuera de mí..."
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