PROTOCOLO
Apresurada como siempre caminaba por el parque. Nuevamente las sábanas me habían enredado. Luego recordé algo urgente para el día, y quince minutos menos.
La locomoción demoró lo habitual, todo extremadamente lleno, con apenas espacio para respirar. Varias discusiones acerca de empujones y metros cuadrados. Entonces, bajo. Recupero el aliento entre arboles, huelo tierra y nubes, me tranquilizo al fin.
Mis oídos perciben una metálica voz, desentrañan una frase penetrante: ¡en sangre argentina me quiero bañar!` y unos veinte repiten enérgicos. El último, plomo, etiquetado por siete letras negras, me advierte y sonríe, algo dice a un compañero cercano, repite el gesto y acaban por perderse en una mancha gris, aún se escucha su murmullo.
Cruzo la calle, sigo mi camino. En frente un gran edificio. Alguien que no reconozco saluda. Busco entre mis recuerdos, no lo encuentro. Levanto la mano en un gesto a penas perceptible de todos modos.
Subo, bajo, camino, subo, bajo, un corto trayecto más y llego.
Conceptos. Me siento al final del salón. Observo. Nadie esta demasiado atento realmente, menos yo. Alguien pregunta que hago, no respondo, realmente no lo se.
La hora apremia nuevamente. Treinta en una sala para noventa. Él al otro extremo. Se muestra erudito, entre tiza y el fondo negro. Todo lo que allí está es verdad. Nada lo hace reconocible en el mundo no abstracto, sin embargo es demasiado real. Objetos que forman sistemas, cosas que tienden a, suposiciones de medios ideales, omisión del error, todo es relativo, podemos obviar, un mundo idílico. Comprendo una realidad en la que no vivo.
Regreso, el cielo nuevamente negro. Las luces artificiales alumbran tenues mis pasos. Cruzo la calle. El parque esta oscuro, nadie canta, nadie sonríe. A lo lejos se divisan luces. Gente menos apresurada, con en mundo a sus pies y a sus espaldas. Calles vacías. Un carro espera mi llegada. —
viernes, 21 de septiembre de 2007
domingo, 9 de septiembre de 2007
Sólo para tí....

En fin, esta vez, eso no viene al caso.
Realmente eres un niño ingenuo, mi cabro chico inmaduro, que se cree grande, que más puedo decir. Me parece que no me he dado cuenta de como son las relaciones humanas, es que ¿realmente alguien las puede entender?, ya es difícil, sino imposible, comprender a un ser aislado, comprender sus gustos, sus motivaciones, lo que les es vedado, o lo que se les regala en el día a día, lo fundamental y lo banal. Todo eso su mundo. Comprender el compartir, el traspasar, el transformar el tu y yo , en un nosotros, es para mi sólo un grandioso misterio, que me alegro de vivir. Y es que finalmente tienes razón, sólo soy un ser humano más en esta Tierra, pero un ser humano de pie, y en este mundo, no en el Mundo, sino en tú mundo.
No se como son las relaciones humanas, no se como se engendran, cuando nacen, ni cuando mueren. Sólo me basta saber que esta relación humana, se basa en la palabra sutil, que ya no puedo alejar cuando te veo, y es que simplemente te quiero. Y aunque a te parezca extraño , eso que dices textualmente "...ni nada sanguíneo, pero te quiero mucho" , a mi me alegra más aún, el saber que esta relación humana sin compromiso de ningún tipo sea así de importante, así tan grande que no requiere de formalismos, ni parentescos.
Amigo mío, que más puedo decir, que más se puede decir, me alegro de no entender para nada las relaciones humanas, de vivirlas como si las entendiera, y creer simple lo complejo.
Así si más, sencillamente te quiero.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)