
ayeres
y mañanas
pero no hay
hoyes
Mario Benedetti (otra vez!)
¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros
¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar
Tres cuartos de hora separan La Reina y Puente Alto a eso de las cinco de la madrugada, cinco temas de Stan Getz, o tal vez más de una decena de Parker, quién sabe, a quién le importa en realidad. Lo cierto es que este lugar tantas veces visitado, y tan poco conocido, del bagaje casi siempre extraterreno, nunca antes me habían parecido tan extraños como ahora. Y es que recién en este punto el multiculturalismo me hace sentido más allá del que hace en mis apuntes de historia, y es que realmente no existe un mundo más allá del que se relaciona conmigo, que convivir juntos no significa nada más que conservar las libertades teniendo el menor contacto posible, y es que finalmente, a pocas horas del amanecer, me doy cuenta de mi única gran preocupación por el momento es guardar silencio.