
Segunda noche en menos de un mes que el azar me transporta al bagaje inexplicable por las calles de nuestra capital, no hay mucho que decir, basta observar, y es que simplemente esta ciudad llena de luz, llena de voces, llena momentos, me hace pensar en lo poco y nada que contiene. Esta ciudad llena de singularidades pasajeras, que no permanecen en el ahora más que un momento, que este momento. Lo que acabo de oír, lo que acabo de ver, ya dejo de ser, y se dispone a abandonar la ciudad. Amenaza con vaciarla, dejarla completamente desnuda, conmigo, único testigo de la subjetividad de mi percepción. Pero, en este mismo segundo se vuelve a llenar completamente de nada, en un flujo incesante.
Tres cuartos de hora separan La Reina y Puente Alto a eso de las cinco de la madrugada, cinco temas de Stan Getz, o tal vez más de una decena de Parker, quién sabe, a quién le importa en realidad. Lo cierto es que este lugar tantas veces visitado, y tan poco conocido, del bagaje casi siempre extraterreno, nunca antes me habían parecido tan extraños como ahora. Y es que recién en este punto el multiculturalismo me hace sentido más allá del que hace en mis apuntes de historia, y es que realmente no existe un mundo más allá del que se relaciona conmigo, que convivir juntos no significa nada más que conservar las libertades teniendo el menor contacto posible, y es que finalmente, a pocas horas del amanecer, me doy cuenta de mi única gran preocupación por el momento es guardar silencio.
1 comentario:
Se agradecen sus palabras, señorita Calderón.
Un saludo. Véa nuestro planeta, sale su cara XD.
Publicar un comentario